domingo, 13 de octubre de 2013

Viejo

Y no me quejo.
Mirar tu casa y darte cuenta de lo viejo que tienes todo... NO antiguo. Viejo. Viejos los dos juegos de sábanas de algodón y el único juego de sábanas que nos queda de franela. ( que en realidad lo hicimos con las sábanas superiores de los dos juegos que teníamos cuando los inferiores se rompieron). Viejas las toallas de las que penden hilos como agotadas, descoloridas, ásperas. Viejos los paños de cocina que han perdido hasta el color. Viejas las sartenes a las que se les caen los mangos. Viejo el sofá que tiene un agujero en el costado. Viejo el colchón en el que me despierto cada día con la espalda destrozada. Viejas las almohadas a grumitos, deshechas por dentro. Viejas la funda del sillón que ya tiene hasta agujeros y que trato de disimular con una sábana. Vieja la tele de fondo cuadrado cuyos bordes se deforman a veces, curvándose hacia los lados. Viejo el radiador al que se le salen las ruedas; viejo el calefactor que sólo funciona en una posición. La cadena de música que directamente no funciona; el vídeo al que le falta la tecla de expulsión de la pelicula. Viejas las peliculas: la mitad en VHS, la mitad en pilas de DVD que no encontraron estanterías en 10 años. Viejos los ordenadores. El pentium IV que ya era de segunda mano en 2005 y el portátil que tiene su lustroso color plateado lleno de desconchones negros.
Vieja la impresora que solo imprime en un color y a la que hay que darle los papeles de uno en uno... viejo el microhondas heredado de la muerte de mi suegro, y la cocina, de la casa, a la que jamás le funcionó la parte de arriba del horno. Vieja mi ropa; mis calcetines de invierno para andar por casa se transparentan en las plantas. Las bragas cedidas, las gomas de los calzones estirados. Viejo el único vaquero entero de mi chico y el resto de sus vaqueros remendados. Viejos mis sujetadores, de la talla 90-95 cuando las tablas me dicen que llevo una 105. Vieja la ropa que me he puesto en los dos ultimos años porque es poca la que me cabe y no da más de tanto usarla. Vieja mi bata, con una quemadura en un costado. Viejo mi coche al que no puedo arreglar la ventanilla, el mechero para cargar el mobil, o tantas otras cosas que cada vez fallán más. Y el de Oscar, completamente abandonado.
Y cuando hablo de viejo hablo de cosas que tienen más de diez años, 15, 20, que no se han podido reponer al ritmo que se gastaban y que cada vez tienen peor aspecto.
Y aún así no me quejo.
NO es una queja. Sumida en la inversión continua de cosas necesarias para trabajar: equipo fotográfico, maquinas de costura, etc, simplemente no hay tiempo, ni espacio, ni cabida, para lo personal.
Ahora que ya he juntado lo mínimo para tirar hacia adelante con mi intento de negocio, sólo espero que la realidad no nos defraude y que responda a mi llamada haciendo crecer lo que hemos sembrado a base de sacrificar hasta el detergente porque el jabón lagarto es más barato.
Sólo espero que alguna vez nos toque a nosotros disfrutar

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